jueves, 5 de marzo de 2020

El Espejo del Lago


Presentí que algo diferente iba a ocurrir... quizás sería el inicio de un largo camino que despertaría en mí los recuerdos tan olvidados de otras vidas...

Me vi reflejada en el lago... pero... ¡tenía alas...! ¿Cómo podía ser? Si esa no era la realidad... Probé girar lentamente mi torso y la imagen especular también lo hizo, acompañada de esas alas que no dejaban de seguirme en cada movimiento...
Salpiqué las aguas con mis manos, y se formaron pequeñas olas brillantes. Al aquietarse las aguas, ya no era mi rostro el que me estaba mirando en pleno espejo, sino el de un hombre anciano que también tenía esas alas. Él me miraba en el mismo instante que yo lo hacía, y giraba a la par, sin interrupciones... Salpiqué nuevamente las aguas y esta vez el anciano desapareció, pero en su lugar una niña de ojos claros y muy transparentes comenzó a seguir mi mirada, también, ella, acompañada de esas alas... Una y otra vez seguí con el juego y cada vez que se aquietaban las aguas un nuevo rostro clavaba sus ojos en los míos...

Lentamente se disiparon las imágenes y las aguas se volvieron tan blancas como la nieve. Mi sorpresa iba en aumento cuando observé que, en color negro muy nítido, comenzaron a escribirse palabras sobre el fondo níveo... ¿La 5° Carta...?
Evidentemente Kairos volvía a aparecer y estaría a punto de sacudir mi alma nuevamente:

- Los miles de rostros que has visto son las diferentes manifestaciones de una misma Alma. Tienes sutiles recuerdos de cada una de tus vidas... todas tienen en común lo que sentiste al abandonar esos cuerpos, y que aún no has podido superar...

Comenzaron a aparecer superpuestas en mi pantalla mental las distintas vidas que recorrió mi Alma, pero no alcanzaba a recordar qué había ocurrido al desencarnar en cada una de ellas... Sólo percibía el miedo, sin saber la causa y lo que sucedería después.

- Elige una de esas vidas terrenales: la que estabas tendida en la cama de hospital, inconsciente. En realidad sólo eras consciente del miedo que tenías, y que no te permitía avanzar hacia el otro estado. ¿Lo recuerdas?

Claro que sí, era muy nítido ese recuerdo... Debía haber abandonado ese cuerpo en los meses previos, sin embargo el miedo me lo impedía... ¿Por qué? ¿Cuál era la razón?

-Cierra los ojos. Visualízate en aquella cama. Respira lentamente. ¿Qué ves que está ocurriendo al momento de desencarnar?

Pierdo estabilidad, mis pies no pueden apoyarse en el suelo, se derrumban las paredes de esa habitación y luego las del hospital... Todo cae y comienzo a percibir lo que está más allá de lo visible... Miro hacia abajo y el piso se aleja rápidamente... Sigo teniendo miedo y ¨elijo¨ ponerme alas para volar... y no caer... Me elevo... 

- Tú no te elevabas... No existe ni el arriba ni el abajo. Nadie se eleva, sino, más bien, todo lo físico se disuelve y entras en comunión con la Totalidad de la existencia. ¿Qué ocurrió con ese miedo que tenías?

No lo sé, pero no recuerdo haberlo sentido cuando entraba en ese nuevo estado... Seguramente se fue disolviendo también... 

- Recuerda entrar cada día de tu vida en comunión con la Totalidad sin esperar a que se disuelva todo lo físico al desencarnar. Será la mejor manera de transmutar el miedo en amor, evitando, a su vez, creer que necesitas alas para volar...





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