sábado, 4 de abril de 2020

El Muro de Piedra


Salir a correr cuando el sol empieza a acostarse en el horizonte, no fue la mejor decisión. A veces los caminos tienen una fisonomía durante el día, pero se desdibujan al anochecer.

La luz había desaparecido casi por completo. Di media vuelta y caminé, durante varias horas, al lado del Muro de Piedra para no perderme. Sin embargo, nada me indicaba que estaría llegando a casa aunque las horas pasaran.

Exhausta decidí sentarme. La luna menguante apenas iluminaba el lugar.
Pasar la noche allí, sola y perdida, me daba mucho temor...

Temblando de frío logré dormitar un poco... En mi mente sólo aparecía ese Muro de Piedra, cada vez más alto...

- ¿Lo ves? - La pregunta estaba escrita en una piedra...

-¿A quién?- pensé- ¡Estoy sola!

-¿Puedes verlo? - Decía en otra piedra...

- ¿Kairóssss...? ¿Esta es la 7° aparición...? 

Sentir que ese ser estaba acompañándome, me dio cierto alivio en medio de tanta oscuridad...

-No puedo verte a ti, y esperas que vea a alguien más... No, no veo a nadie... - respondí.

- Es Joseph, tu Abuelo.

Mi sangre corrió por todo mi cuerpo con una velocidad atroz. Mi Abuelo partió de este plano antes de que yo pudiera conocerlo, sin embargo me llegaron de él cantidad de apreciaciones positivas. Frente al Muro de Piedra se encendió una tenue luz. Una suave brisa rozó mi cara, como si él ¡mi Abuelo! pasara frente a mí...

- Cierra los ojos -escribía Kairos en otra piedra.

Y así lo hice...

Con una ternura inmensa estaba ¡mi Abuelo! mirándome...

Quedé inmóvil por varios segundos... o minutos... quizás horas... La conexión con mi Abuelo fue inmediata. 

Yo quería salir de ese lugar oscuro, y poder disfrutar a mi Abuelo Joseph. Temblando de frío le pregunté por qué ese Muro era tan grande y no me dejaba ver dónde estaba... por qué me sentía encerrada en ese lugar... por qué... por qué... ¡Tantas preguntas se me ocurrían!

Con la sabiduría de un Abuelo que hermosamente trascendió este plano, y sin necesitar decir ni una palabra, me mostró una imagen etérica muy luminosa en la que, poco a poco, se iban integrando él y todos mis Ancestros a mi Alma... Y yo crecía... y crecía... alcanzando la parte más alta del Muro de Piedra ¡y sobrepasándolo infinitamente! Desde allí podía ver el Universo. Con todos mis Ancestros dentro de mi Ser, y con todas mis vidas anteriores integradas también, la oscuridad desaparecía y ya no me sentía perdida... 

Cuando giré la cabeza para agradecer a mi Abuelo, él ya no estaba afuera de mí, y mi altura era tan inmensa como la que aparecía en aquella imagen etérica...






No hay comentarios:

Publicar un comentario